Antes de pedirles el vuelto pensaba en cuánto dar para la ofrenda del servicio que se iba a realizar en pocos minutos... al final decidí dar la cantidad exacta equivalente al vuelto; Había planeado dar el vuelto que iba recibir para la ofrenda. "Los mismos billetes que me den se los voy dar a la iglesia como ofrenda" pensaba yo.
Pero hay un problema, cuando doy ofrendas siempre busco dar los mejores billetes que tenga, y hay una posibilidad de que tales hermanos me den billetes ... que dejen mucho que desear bajo el "estándar de calidad" que tengo, pero de todas maneras había pensado en darle tales billetes; "culpa de ellos no más" pensaba yo.
Finalmente me dieron los billetones ... y efectivamente dejaban que desear. De todas maneras igual estaba empecinado a darles tales billetes. 😶
"Simplemente les estoy devolviendo la plata" pensaba yo.
El servicio/culto comenzó y llegó la hora de la ofrenda, me había guardado los billetes en el bolsillo, los saqué, los miré y ...
"Eso no es para ellos, es para mí"
La voz del Señor, clara y concisa resonó en mí.
"Señor, si es para ti entonces daré lo mejor que tengo"; saqué de mi billetera la misma cantidad de los mejores billetes que tenía y los di de ofrenda. Se me había olvidado que no importando en qué iglesia esté, ahí estará el Señor para recibir todo lo que le demos.
Porque no importa en qué iglesia esté y no importa quién al final recibirá la ofrenda, lo único que nos debe importar es el hecho de que en cualquier iglesia el primero en recibir tu ofrenda será el Señor.
Mucha gente se preocupa de cuánto gana el pastor para ver si debería dar diezmo o no, cuando en realidad el primero en recibir el diezmo es nuestro Señor; no deberíamos hacerlo por el pastor o por cuánto gana (por lo visible), sino por Él (lo invisible). No deberíamos hacerlo por quién lo recibe al final, sino por quién lo recibe primero.