Ángela anhelaba salir de 4to medio para rendir la prueba para acceder a la educación superior. Se esforzó mucho estudiando y tuvo un gran puntaje que le permitió estudiar lo que tanto ansiaba. Sus amigos la conocían por su gran vocación y se alegraron mucho de que cumpliera sus metas.
Al pasar los años, Ángela se tituló y comenzó a trabajar. Ella estaba muy contenta y agradecida de Dios por darle la bendición de titularse en lo que más le gustaba hacer.
Sin embargo, poco a poco comenzó a tener problemas con el estrés, sus compañeros de trabajo no eran tan simpáticos como al principio. Comenzó a detestar el transporte público, por lo que adquirió un auto, que la llevó de igual forma a vivir cautiva en un tremendo taco todos los días.
Lo que le ocurrió a Ángela nos ha pasado a muchos (o nos puede pasar en el futuro). La vida del ser humano se guía por costumbres. Hoy casi todo lo hacemos de forma mecánica. Nuestra vida se comienza a poner tediosa cuando todo es igual, cuando nos comenzamos a conformar, cuando no tenemos un motivo para cambiar la rutina y hacer una verdadera diferencia.
No encontramos esa diferencia porque no buscamos a Dios. Él desea que vivamos una vida llena de aventuras, pero no las vivimos porque no estamos en una relación cercana con Él. Dios nos habla, pero nuestros quehaceres no nos dejan oír lo que nos dice.
Yo sé todo lo que haces, que no eres ni frío ni caliente. ¡Cómo quisiera que fueras lo uno o lo otro!; pero ya que eres tibio, ni frío ni caliente, ¡te escupiré de mi boca!
Apocalipsis 3:14-15. NTV
Prestémosle atención hoy al Señor y hagamos la diferencia. Seguir en la rutina nos llevará a estar tibios y eso nos traerá consecuencias negativas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario