miércoles, 2 de enero de 2019

El lamento de Jeremías


¿Cuántas veces nos hemos considerado víctimas por causa del ministerio? 
¿Cuántas veces nos quejamos del sufrimiento y del «alto precio» que tenemos que pagar para ser obedientes al llamado del Señor? 
¿Cuántas veces le hemos hecho exigencias al Señor para que actúe a nuestro favor, defendiéndonos de nuestros opresores? 

El profeta Jeremías, al igual que nosotros, le reclamó a Dios que actuara en su defensa, basado en lo que había sufrido por causa Suya. El profeta entiende que Dios tiene un compromiso de defenderlo a él, y con mucha más razón por el tipo de obligación que Jeremías tiene con Él. Contrario a los demás, que rechazaban la Palabra de Dios, el profeta declara que él había comido las palabras de Dios, que le fueron por gozo y alegría de su corazón. Además, había entrado en una relación de pacto con Dios que denota un vínculo más estrecho. El profeta continúa señalando su separación de los burladores, su humildad, su soledad y su indignación y hasta cuestiona la continuidad de sus sufrimientos y la falta de curación para su herida. 

En su desesperación, el profeta le lanza un reproche a Dios que nos recuerda al viajero del desierto que ve en la distancia un río, en el cual piensa que va a saciar su sed, sólo para descubrir al llegar, que sólo se trataba de un espejismo. 

¿Cuántas veces hemos actuado igual que Jeremías, o nos hemos preguntado, si Dios es todo lo que dice que es, ¿dónde está ahora que lo necesito? Sin embargo, nuestro lamento siempre es contestado por Dios con una invitación a acercarnos a Él.

Esto responde el Señor : —Si regresas a mí te restauraré para que puedas continuar sirviéndome. Si hablas palabras beneficiosas en vez de palabras despreciables, serás mi vocero. Tienes que influir en ellos; ¡no dejes que ellos influyan en ti!
Jeremías 15:19 NTV

Dios te bendiga!!!