La semana pasada mi familia celebró mi cumpleaños; Todo bien familiar, y como de costumbre yo le pedí a mi mamá una torta hecha a mano por ella (le pedí una de lúcuma con manjar o si no uno de turrón de nuez; al final hizo una combinación de las dos y le quedó ... ufff :P ).
Había invitado a un amigo, pero debido a ciertas circunstancias llegó tarde así que fue todo bien familiar, después de la "celebración" (que me cantaran y comiéramos) pudo llegar, nos sentamos en la mesa mientras le servían su trozo de torta y pizza cacera que mi madre había preparado.
Hace tiempo que no lo invitaba a mi casa; si había algo que le gustaba mucho era el hecho de que siempre encontraba muy rico lo que mi mamá hacía incluyendo la primera vez que lo invité a mi casa cuando íbamos en 7mo básico.
"Oye tu mamá cocina súper rico"
(Me decía mientras casi se devoraba la torta y la pizza)
Hace tiempo que no escuchaba esas palabras. De hecho es algo que la familia de mi amigo siempre dice.
Entonces reflexioné:
Sí, mi mamá cocina muy rico, pero como vivo todos los días comiendo lo rico que ella hace me acostumbré a eso. Esto "rico" pasó a ser normal en mi casa, entonces tiene que venir alguien de "afuera" para recordarme lo rico que cocina mi mamá.
Luego pensaba en nuestras vidas como creyentes e hijos de Dios.
Nuestro Padre nos bendice todos los días, nos protege, nos cuida, nos da nuevas fuerzas, hace que nuestras cosas salgan bien, etc. (todo esto mediante la gracia que recibimos de nuestro Señor) y con el pasar del tiempo nos acostumbramos tanto que nos olvidamos de la diferencia de no tener su bendición.
Por eso escribo esto para que nunca nos olvidemos de todo lo bueno que es Dios con nosotros, haciendo cosas incluso sin darnos cuenta.
No nos olvidemos de esto, y nos nos olvidemos tampoco de dónde nos sacó nuestro Señor.
"Ustedes, los que van tras la justicia y buscan al SEÑOR, ¡escúchenme! Miren la roca de la que fueron tallados, la cantera de la que fueron extraídos. Miren a Abraham, su padre, y a Sara, que los dio a luz. Cuando yo lo llamé, él era solo uno, pero lo bendije y lo multipliqué."
Isaías 51:1-2